No acostumbro ver series de televisión
desde Alf, Friendo y Comiendo con Cosme y Bizcocho y Los Kakucómicos, pero cuando escuché que venía una serie sobre el
nacimiento del hip-hop por los morenos y los boricuas del Bronx en los 70’s me
puse las Adidas cabezonas tres líneas con los gabetes desamarraos y me dije: “¡Tengo que ver esa mierda!”
La serie se llama The Get Down y solo se ve por Netflix, el problema es que no tengo
Netflix. Me dijeron que podía ver Netflix por las consolas de video-juegos pero
todavía no entiendo como meterle internet al Nintendo 64. Al final no tuve más
remedio que acostarme con Sonia La Pata la bichota de Bairoa por $300 dólares y
poder comprarme un PlayStation 3 usado en El Ángel Casa de Empeño para poder
ver la serie que tanto llamaba mi maldita atención.
Me fijé que la producía el director de Romeo & Juliet y Moulin Rouge, y que los consultores de
la historia eran el rapero de raperos Nas, el DJ de la vieja escuela
Grandmaster Flash (quien también es un personaje en la serie) y el escritor
Nelson George. Ya estaba excitado sin tocarme. En los cortos ponían los
tambores de Apache y gente bailando
en círculos bien pompeaos con la ropa de antes. Me vine encima, sin tocarme.
El ritmo me transporta al pasado
perfecto y recuerdo la primera vez que vi gente bailando algo que no fuera
salsa ni merengue ni bolero. Vi electro
boogie en las aceras neoyorkinas de 1985 en un viaje que hice con mi abuela
a visitar los primos del norte. Vi gente bailando como Kid-N-Play en los
cumpleaños de las aijadas de mi papá que vivían en el residencial Turabo
Heights para la época de Brewley MC, Kid Power Posee y los bobos Cross-Colors. Pero el primer círculo de breakin’ de verdad que vi fue entre humo
de pangola, camisas Tommy Hillfiger y la pista de Mona Lisa en un party de underground
en Valle Tolima. Mi primer “get down”.
Sigo pegao en el breakbeat pensando en baile. Pienso que el hip-hop llegó a Puerto
Rico gracias a dos cosas: 1) los nuyoricans que trajeron ese arte línea directa
JFK-Aeropuerto Luis Muñoz Marín y 2) a las películas. En especial tres
películas.
Sin contar Flashdance (1983) que fue donde enseñaron breakin’ por primera vez, todo el baile urbano y cultura hip-hop
global nace de las retas de Style Wars y Wild Style (ambas de 1983) y de la
mejor de todas, la Biblia del hip-hop Antiguo Testamento: Beat Street (1984). Algo importante es que en todas estas películas
los protagonistas eran puertorriqueños, y no blanquitos haciendo de
puertorriqueños como en West Side Story sino
boricuas de verdad. No voy a contar las películas de Breakin’ y Breakin’ 2:
Electric Boogaloo (ambas de 1984) porque esas películas de California eran
charras con cojones y aunque el protagonista también era boricua después salió
del clóset y se metió a bailarín de Madonna en el video de Vogue y de verdad que se joda ese cabrón.
The
Get Down empieza con un concierto en 1996
de un rapero rimando sobre como era el New York de su infancia. Retrocedemos en
el tiempo y llegamos a 1977, la época más mala de la Gran Manzana. Con la serie
aprendí que Nueva York tuvo una junta de control fiscal de 1975 a 1986 y fue
cuando más pobres y más jodíos estuvieron. Me hizo pensar en la PROMESA que le
espera a mi Puertorro.
Los títulos de los episodios (seis en
total, de más de una hora cada uno) los ponen graffiteados en los trenes. Los
protagonistas son unos chamaquitos graffiteros que admiran a otro graffitero
llamado Shaolin Fantastic que tiene unos Puma rojos porque se clava a una gorda
vieja bichota que lo tiene alante. Uno de ellos es mitad negro mitad
puertorriqueño (doble amenaza) y es el verdadero protagonista de la serie. No
había visto tanto boricua y tanta bandera puertorriqueña en televisión desde Carlito’s Way (aunque Crazy Legs dijo
que en The Get Down no pusieron tanto personaje latino y él estuvo allí, viste).
Resaltan las tomas rápidas y close ups eternos igual que Moulin Rouge. En momentos parece una
película de kung-fu con Bruce Lee, en otros parece la competencia de baile de
John Travolta en Saturday Night Fever.
La marihuana y la cocaína siempre están presente en pantalla, pero las mejores
escenas son las de los DJ’s Grandmaster Flash y Kool Herc, y el respeto que se
le tenía a la música antes. Cuando Shaolin Fantastic baila en el primer círculo del primer episodio que se tira un fli-flá, cae en pose desafiante y
Grandmaster Flash le enseña el disco que va a poner es como el viejo ciego de
la serie Kung Fu dándole apoyo al
Pequeño Saltamontes (ellos se dicen así en The
Get Down también).
Las actuaciones quedaron como cuando te
tiras desde el rockeo arriba de
espaldas al piso y te levantas con una sola mano en pausa (one handed freeze) agarrándote la rodilla doblá mientras el círculo grita y
aplaude, pues así. Jimmy Smits hace de un puertorriqueño político del Bronx
llamado Papa Fuerte que habla más español que ingles el muy pendejo, pero es el
mejor que actúa. Giancarlo Esposito es un actor italiano que le queda bien el
papel del boricua hijoeputa reformado y transformado en fanático evangélico. Las
muchachas que salen en The Get Down todas
son boricuas punani y se visten cuerito como la nena de Taboo 2.
Siempre están sudaos y usan las frases
de esos años que se han convertido en la filosofía de la cultura como parte de
su diálogo, la más importante de todas “make
something out of nothing” (hacer algo de la nada) que puede explicar como
de la pobreza urbana y desesperación reprimida nacen formas de expresión
revolucionarias, ya que lo único innato en el ser humano es la necesidad de
crear, ya sea con sprays escribiendo
nuestros nombres en las paredes, guayando discos hasta que las agujas lloren,
declamando rimas en ritmo en vez de cantar en el micrófono o dando vueltas
sobre tu cabeza en el piso mientras bailas.
Nunca había visto que pusieran las
canciones pilares del hip-hop en una serie o película, si acaso ponían una y
ya, en The Get Down las ponen todas
(las de practicar). La cultura hip-hop es un homenaje constante a estas cuatro
canciones: It's Just Begun de The Jimmy
Castor Bunch (1972), The Mexican de
Babe Ruth (1972), Give It Up, Turn It a Loose de James Brown (1970) y, la canción madre del hip-hop, Apache de Incredible Bongo Band (1972).
De ahí nace el breakbeat, el ritmo
del rap es solo funk extendido.
Me gustó tanto la serie que hasta compré
el soundtrack por iTunes pagando
legal como adulto porque además del vestuario lo más importante de The Get Down es la música. Esas son las
canciones que crearon un arte global y multimillonario, y que hasta ahora no
había sido revisada su historia. Algunos críticos de cine hablaron mal de la
serie, no tantos, pero como alguien que se vivió esta cultura de habilidad
artística competitiva como filosofía de vida recomiendo The Get Down de Netflix. Véanla, así verán que hip-hop no es
violencia sino habilidad cultural. Me cago en MTV y en el bling-bling shit.
Antes de la batalla final el chamaquito
boricua del afro dice un discurso frente al todavía candidato a la alcaldía de
Nueva York Ed Koch en el cual menciona a los primeros graffiteros y sus
mensajes de una forma parapelos.
Inspirado en ese discurso quiero terminar este post mandándole saludos a los
grupos de mi época y al arte que más amo que es el breakin’, ya que todo (o el poco) hip-hop actual de Borinquen nace
de La
Fiebre de B-Boy del ’97 (pero eso será tema para otro post).
Si, le quiero enviar saludos al Boogie
Down Family, a los Floor Rockers, a Ground Zero Crew, al Hype Squad, Max Ground
Force, Stylistic Tribe, Vanguardia Subterránea, No Mel Syndicate, BNA, FX Crew,
Time Machine Squad, Freestyle Association, 00725 All Stars, Killafornia, Style
Elements y a Rock Steady Crew.
HIP-HOP… AND YOU DON’T STOP!!!
¡¡VAMO’ A PRACTICAR!!