jueves, 8 de septiembre de 2016

The Get Down



No acostumbro ver series de televisión desde Alf, Friendo y Comiendo con Cosme y Bizcocho y Los Kakucómicos, pero cuando escuché que venía una serie sobre el nacimiento del hip-hop por los morenos y los boricuas del Bronx en los 70’s me puse las Adidas cabezonas tres líneas con los gabetes desamarraos y me dije: “¡Tengo que ver esa mierda!”

La serie se llama The Get Down y solo se ve por Netflix, el problema es que no tengo Netflix. Me dijeron que podía ver Netflix por las consolas de video-juegos pero todavía no entiendo como meterle internet al Nintendo 64. Al final no tuve más remedio que acostarme con Sonia La Pata la bichota de Bairoa por $300 dólares y poder comprarme un PlayStation 3 usado en El Ángel Casa de Empeño para poder ver la serie que tanto llamaba mi maldita atención.

Me fijé que la producía el director de Romeo & Juliet y Moulin Rouge, y que los consultores de la historia eran el rapero de raperos Nas, el DJ de la vieja escuela Grandmaster Flash (quien también es un personaje en la serie) y el escritor Nelson George. Ya estaba excitado sin tocarme. En los cortos ponían los tambores de Apache y gente bailando en círculos bien pompeaos con la ropa de antes. Me vine encima, sin tocarme.

El ritmo me transporta al pasado perfecto y recuerdo la primera vez que vi gente bailando algo que no fuera salsa ni merengue ni bolero. Vi electro boogie en las aceras neoyorkinas de 1985 en un viaje que hice con mi abuela a visitar los primos del norte. Vi gente bailando como Kid-N-Play en los cumpleaños de las aijadas de mi papá que vivían en el residencial Turabo Heights para la época de Brewley MC, Kid Power Posee y los bobos Cross-Colors. Pero el primer círculo de breakin’ de verdad que vi fue entre humo de pangola, camisas Tommy Hillfiger y la pista de Mona Lisa en un party de underground en Valle Tolima. Mi primer “get down”.

Sigo pegao en el breakbeat pensando en baile. Pienso que el hip-hop llegó a Puerto Rico gracias a dos cosas: 1) los nuyoricans que trajeron ese arte línea directa JFK-Aeropuerto Luis Muñoz Marín y 2) a las películas. En especial tres películas.

Sin contar Flashdance (1983) que fue donde enseñaron breakin’ por primera vez, todo el baile urbano y cultura hip-hop global nace de las retas de Style Wars y Wild Style (ambas de 1983) y de la mejor de todas, la Biblia del hip-hop Antiguo Testamento: Beat Street (1984). Algo importante es que en todas estas películas los protagonistas eran puertorriqueños, y no blanquitos haciendo de puertorriqueños como en West Side Story sino boricuas de verdad. No voy a contar las películas de Breakin’ y Breakin’ 2: Electric Boogaloo (ambas de 1984) porque esas películas de California eran charras con cojones y aunque el protagonista también era boricua después salió del clóset y se metió a bailarín de Madonna en el video de Vogue y de verdad que se joda ese cabrón.

The Get Down empieza con un concierto en 1996 de un rapero rimando sobre como era el New York de su infancia. Retrocedemos en el tiempo y llegamos a 1977, la época más mala de la Gran Manzana. Con la serie aprendí que Nueva York tuvo una junta de control fiscal de 1975 a 1986 y fue cuando más pobres y más jodíos estuvieron. Me hizo pensar en la PROMESA que le espera a mi Puertorro.

Los títulos de los episodios (seis en total, de más de una hora cada uno) los ponen graffiteados en los trenes. Los protagonistas son unos chamaquitos graffiteros que admiran a otro graffitero llamado Shaolin Fantastic que tiene unos Puma rojos porque se clava a una gorda vieja bichota que lo tiene alante. Uno de ellos es mitad negro mitad puertorriqueño (doble amenaza) y es el verdadero protagonista de la serie. No había visto tanto boricua y tanta bandera puertorriqueña en televisión desde Carlito’s Way (aunque Crazy Legs dijo que en The Get Down no pusieron tanto personaje latino y él estuvo allí, viste).

Resaltan las tomas rápidas y close ups eternos igual que Moulin Rouge. En momentos parece una película de kung-fu con Bruce Lee, en otros parece la competencia de baile de John Travolta en Saturday Night Fever. La marihuana y la cocaína siempre están presente en pantalla, pero las mejores escenas son las de los DJ’s Grandmaster Flash y Kool Herc, y el respeto que se le tenía a la música antes. Cuando Shaolin Fantastic baila en el primer círculo del primer episodio que se tira un fli-flá, cae en pose desafiante y Grandmaster Flash le enseña el disco que va a poner es como el viejo ciego de la serie Kung Fu dándole apoyo al Pequeño Saltamontes (ellos se dicen así en The Get Down también).

Las actuaciones quedaron como cuando te tiras desde el rockeo arriba de espaldas al piso y te levantas con una sola mano en pausa (one handed freeze) agarrándote la rodilla doblá mientras el círculo grita y aplaude, pues así. Jimmy Smits hace de un puertorriqueño político del Bronx llamado Papa Fuerte que habla más español que ingles el muy pendejo, pero es el mejor que actúa. Giancarlo Esposito es un actor italiano que le queda bien el papel del boricua hijoeputa reformado y transformado en fanático evangélico. Las muchachas que salen en The Get Down todas son boricuas punani y se visten cuerito como la nena de Taboo 2.

Siempre están sudaos y usan las frases de esos años que se han convertido en la filosofía de la cultura como parte de su diálogo, la más importante de todas “make something out of nothing” (hacer algo de la nada) que puede explicar como de la pobreza urbana y desesperación reprimida nacen formas de expresión revolucionarias, ya que lo único innato en el ser humano es la necesidad de crear, ya sea con sprays escribiendo nuestros nombres en las paredes, guayando discos hasta que las agujas lloren, declamando rimas en ritmo en vez de cantar en el micrófono o dando vueltas sobre tu cabeza en el piso mientras bailas.

Nunca había visto que pusieran las canciones pilares del hip-hop en una serie o película, si acaso ponían una y ya, en The Get Down las ponen todas (las de practicar). La cultura hip-hop es un homenaje constante a estas cuatro canciones: It's Just Begun de The Jimmy Castor Bunch (1972), The Mexican de Babe Ruth (1972), Give It Up, Turn It a Loose de James Brown (1970) y, la canción madre del hip-hop, Apache de Incredible Bongo Band (1972). De ahí nace el breakbeat, el ritmo del rap es solo funk extendido.

Me gustó tanto la serie que hasta compré el soundtrack por iTunes pagando legal como adulto porque además del vestuario lo más importante de The Get Down es la música. Esas son las canciones que crearon un arte global y multimillonario, y que hasta ahora no había sido revisada su historia. Algunos críticos de cine hablaron mal de la serie, no tantos, pero como alguien que se vivió esta cultura de habilidad artística competitiva como filosofía de vida recomiendo The Get Down de Netflix. Véanla, así verán que hip-hop no es violencia sino habilidad cultural. Me cago en MTV y en el bling-bling shit.

Antes de la batalla final el chamaquito boricua del afro dice un discurso frente al todavía candidato a la alcaldía de Nueva York Ed Koch en el cual menciona a los primeros graffiteros y sus mensajes de una forma parapelos. Inspirado en ese discurso quiero terminar este post mandándole saludos a los grupos de mi época y al arte que más amo que es el breakin’, ya que todo (o el poco) hip-hop actual de Borinquen nace de La Fiebre de B-Boy del ’97 (pero eso será tema para otro post).

Si, le quiero enviar saludos al Boogie Down Family, a los Floor Rockers, a Ground Zero Crew, al Hype Squad, Max Ground Force, Stylistic Tribe, Vanguardia Subterránea, No Mel Syndicate, BNA, FX Crew, Time Machine Squad, Freestyle Association, 00725 All Stars, Killafornia, Style Elements y a Rock Steady Crew.

HIP-HOP… AND YOU DON’T STOP!!!


¡¡VAMO’ A PRACTICAR!!