sábado, 3 de octubre de 2020

Toda una vida con Quino



El año pasado mi maestra de kinder falleció. Se llamaba Lucy, era una mujer negra del residencial Turabo Heights en Caguas y me dio clases en el centro que queda al lado de la cancha de baloncesto del caserío. Pude ir al hospital a despedirme de ella y le agradecí el haberme educado fuera de mi casa. Siempre le agradezco a las personas cuando aprendo algo de ellas. Descansa En Paz, Lucy. Gracias por todo.

 

Ayer falleció quien considero el primer maestro que tuve fuera de mi familia, Quino el creador de Mafalda.

 

Verán, antes de aprender a leer mi vida era bien simple. Música de Menudo, muñequitos de Voltron y Mazinger, el baile nuevo de robots que los grandes le decían “electro boogie”, vistas del Cerro Maravilla en un televisor en blanco y negro, y muchos libros tirados que ninguno me llamaba la atención de niño. Pero había uno gris carpeta dura que tenía dibujada una nena como leyendo un periódico que me despertó la curiosidad infantil. Más cuando mi papá joven y flaco me decía que no tocara ese libro que era bien valioso. El que me conoce sabe que siempre he sido rebelde y hago lo contrario a lo que me dicen pues porque si. Y que bueno que desobedecí a mi papá y cogí el libro.

 

Se llamaba ’10 Años con Mafalda’ y fue la razón por la que aprendí a leer. Por querer saber que decían esos nenes es que le pedía a mami que me explicara la trama completa de la Cartilla Fonética (al final Papá deja a Mamá por Mota). Hasta me grababa en una grabadora de casettes chiquitos repitiendo lo que decían Mafalda, Susanita, Manolito, Felipe, Miguelito, Libertad y el pequeño Guille para practicar la lectura. Puedo decir que aparte de mis primos mis primeros amigos fueron Mafalda y su corillo, lo único que el club Mafalda siempre se quedaron niños, nunca crecieron y nunca me enteré de sus divorcios y problemas personales en fiestas familiares.

 

¡El mundo de Mafalda estaba bien cabrón! Ellos viven en un apartamento. Yo vivo en un apartamento. El papá de Mafalda salía a trabajar por las mañanas. Mi papá sale a trabajar por las mañanas. Mafalda estaba emocionada por empezar kínder. Yo quiero empezar kínder-garden ya. Mafalda odia la sopa. ¡Yo odio la jodía sopa! Los papás de Mafalda pelean. ¡Mis papás se quieren matar! Aparte de El Chavo del 8 con quien más me identificaba de niño era con Mafalda, una nena. Hasta las cosas que no entendía de ella me gustaban.

 

Mafalda era una tirilla cómica que corrió en los periódicos de 1964 a 1973 y eran de pura crítica social usando niños en temas de adultos. Mucho antes que Cartman en South Park y Bart en Springfield ya estaba Mafalda opinando del “manicomio redondo” en blanco y negro. Ahí fue donde primero leí las palabras comunismocapitalismoVietnamCubaNixonPentágonoFidel Castro, y entendí que en Estados Unidos nunca ha habido un Golpe de Estado porque USA no tiene una embajada gringa. Si entendiste este chiste sigue leyendo.

 

También venían unos libritos de dos tirillas por pagina que mi papá universitario fupista no dejaba que yo tocara, así que los leí todos antes de terminar primer grado (leía lento era). Hasta podía ver las diferentes personalidades de los amiguitos de Mafalda en mis propios amiguitos. Los que aman el dinero son Manolito siempre pendiente a vendernos porquerías en el Almacén Don Manolo, las mujeres “air-head” son todas Susanitas que su meta en la vida es solo casarse y que un macho las mantenga, mis amigos buenos de corazón pero quedaos en la vida son solo Miguelitos crecidos con su pelo de hojas de lechuga, todos los que protestan las injusticias sociales son como Libertad, la chiquitita quejona. Yo siempre he querido ser como Libertad, pero me tocó ser como el dientú de Felipe, el eterno soñador que lee mucho que siempre sabe que pensar pero nunca sabe que hacer, el enamorado de buenas notas que no se atreve a hablarle a la nena que le gusta, el chamaquito que pone un poster en su cuarto que dice: “No dejes para mañana lo que puedes empezar hoy” y acto seguido grita: “¡Desde mañana mismo empiezo!” Yo soy Felipe.

 

Me gustaban tanto los libros que en mi escuela trataba de pompear a mis amigos para que lo leyeran y hasta les prestaba el libro ’10 Años con Mafalda’, de suerte que nunca me lo tumbaron, o me lo devolvían para que me callara la jodía boca. Pero nunca nadie se pompeó como yo con esos libros/comics/tirillas.

 

Luego crecí y vi el estigma que traían los libros de Mafalda consigo. Si leíste Mafalda de niño lo más probable es que tus papás fueran comunistas, es lo que piensa la gente bruta sin cultura. Lo irónico es que Mafalda no era comunista y hasta le tiraba la mala a Fidel Castro y a Che Guevara siempre que podía. La comunista era Libertad que la mamá traducía libros de Jean-Paul Sartre y vivían en un apartamento chiquitito. Lo que pasa es que para la gente bruta las personas que se quejan en público del gobierno y leen libros automáticamente son comunistas.

 

Tanta es mi admiración por Quino y Mafalda que cuando tuve mi primer trabajo en el McDonalds de la Degetau con mi primer cheque le regalé a mi papá el libro ‘Todo Mafalda’ como para decirle: “Tú me diste la vida y te lo agradezco con este libro de cuarenta pesos.” Papi se puso bien contento, pero igual que antes tampoco me dejó leer el cabrón libro que le regalé y me quedé con las ganas.

 

Cuando murió Quino sentí que murió mi primer maestro. La persona que hizo que quisiera aprender a leer. Antes que Vico C, antes que el Nintendo, antes que Albizu, mi primer maestro fue Quino. Es más, dentro de ’10 Años con Mafalda’ en las primeras páginas que nunca veía porque eran solo texto y fotos salía Quino joven, era medio calvito con las greñas por el lado, flaco bajito con espejuelos, un tipo sacado de los 70’s. Cuando vi la primera película de Woody Allen en Super Siete me gustó porque se parecía a Quino. A mi me gustan las películas de Woody Allen tan solo porque se parece bien brutal a Quino el creador de Mafalda.

 

Ahora que lo pienso siempre he vivido mi vida como me enseñó Mafalda, tratando de cambiar el mundo antes de que el mundo me cambie a mi. Siempre pensando, siempre tratando de mejorar las cosas. El mundo está enfermo, pero lo podemos curar con amor y humor. Al igual que a Mafalda la gente me pichea y me da por loco. Yo solo quiero un mundo mejor y más justo para todos, como me enseñó mi primera amiga Mafalda.

 

Descansa En Paz, Quino. Gracias por todo.