De todos los de por casa el menos
querido siempre fue Denis. Tal vez por esa falta de amor no creció tanto y era
el más bajito de todo el corillo, por eso le decían El Güimo. Su familia no era pobre pero como no lo querían no le
celebraban los cumpleaños, de casualidad que cumplía el mismo día que Joutax y
allá iba a cachetear y que le cantaran Happy
Birthday como si lo quisieran.
Era un demente. Un rebelde sin causa.
Admirador de bichotes criollos noventosos. Filósofo de esquina sin camisa. Se
ponía el teléfono inalámbrico de la casa en la cintura como si fuera un celular
grandote. Una vez lo vi tirarle un huevo
en la barriga a una muchacha con siete meses de embarazo un Halloween y
reírsele en la cara a la nena en agonía. En otra ocasión unos policías de la
época de la Mano Dura de Rosselló
pasaron por la esquina donde Denis El Güimo se pasaba descamisao. Como buen
rapero empezó a cantarle a sus eternos enemigos (la policía): “¡Y LOS GUARDIAS A MI ME LO MAMAN! ¡Y LOS
GUARDIAS A MI ME LO MAMAN!” Desde la cancha vimos como lo pusieron a hacer push ups y jumping jacks mientras llegaban más y más patrullas a la esquina y
cada oficial lo ponía a hacer una ronda de lagartijas mientras nosotros nos
reíamos a lo lejos.
Pero lo que hizo que El Güimo fuera así
fue el divorcio de sus padres. Bueno, no tanto el divorcio, sino como se
divorciaron. Chekeate.
El día del revolú tenía que ser sábado
porque todos estábamos con pantalones cortos y sudaos por jugar baloncesto.
Como pasó antes de los 15 años lo recuerdo clarito ya que todavía ninguno de
nosotros había comenzado a fumar. De hecho, Denis El Güimo terminó fumando
crack y prostituyéndose vestido de mujer en la Barriada Morales por estar
jalando de la roca que huele a plástico
quemao y te deja mellao. Si fuera jugador apostaría que el futuro de Denis
se escribió ese fin de semana de principio de los 90’s cuando tenía ocho años
(yo tenía 11) que el papá se montó en su carro y les dijo: “¡CHEKEAMOS CHORRO ‘E LOCOS!” para nunca más volver, no sin antes crear un badtrip traumático para todo el Corillo Bellaco mucho antes que nos
llamáramos así.
Yo estaba en la esquina de siempre, que
era la esquina afuera de la casa de Denis, donde este vivía con su hermano
Daniel el bobo, su mamá nuyorican que fumaba mucho Marlboro y su papá que solo
vi ese día y más nunca. Todo empezó con una gritería en la casa.
“¡VETE! ¡VETE CON LA DOMINICANA ESA!
¡VETEEE!”
La mamá de Denis El Güimo gritaba a
todo pulmón pre cáncer en acento nuyorican. Todo el mundo salió afuera a ver
que pasaba.
“¡VETE PAL CARAJO PA’LLÁ CON LA
DOMINICANA ESA!” gritaba esa mujer
endemoniada en celos mientras se abría el portón eléctrico de la casa. El papá montaba sus cosas en el carro,
serio con cojones, usando bigote frondoso y gafitas ochentosas como las de Alejandro
González Malavé en las segundas vistas del Cerro Maravilla de 1991, mismo año
de esta historia y a las cuales González Malavé no fue por llevar muerto siete
años. Odio al chota.
Mientras seguía la gritería encuernada
de la mamá y el papá metía su ropa en el carro se congregaron todos los vecinos
del lugar a ver que ocurría. Como Joutax era amiguito de Denis detuvo su bici
BMX frente a la casa del Güimo y se quedó mirando a esa marquesina llena de
odio y resentimiento igual que todo el mundo. Aquí es cuando la historia se
pone algarete.
En el justo momento que el papá de
Denis prendió el carro se escuchó un grito infantil desde adentro de la casa.
“¡¡PAPI NOOO!!”
De la casa salió el pequeño Denis el Güimo
gritando y corriendo, y puso su cabeza justo detrás de la goma trasera del lado
del conductor para que su papá no diera reversa. Seguía llorando y pidiéndole
al papá que no se fuera de la casa mientras su cara estaba contra la goma. Yo no podía dejar de mirar. El pequeño
Joutax, de la misma edad del Güimo, empezó a llorar al ver que a su amiguito su
propio padre le podía explotar la cabeza, las lagrimas llegaron al metal del
manubrio de su bici y ese día se convirtió en rockero heavy metal.
Lo peor de todo era que a pesar del
sufrimiento de Denis al papá no le importaba mucho y desde el carro (con el
freno puesto todavía, que si lo sacaba le pasaba por encima a su hijo) se le
escuchaba decir bien amargao bien aborrecío detrás de su bigote frondoso y
gafas obscuras: “Saca al nene que me
quiero ir.”
Lo vi todo y no lloré. Tampoco pude
decir nada. Vi como la mamá sacó a Denis llorando y pataleando para tratar de
convencer a su papá que no se fuera del ya roto hogar. Todos los vimos. Todos
hicimos buche al respecto.
No soy estadístico pero por casa si tus
papás eran divorciados las probabilidades de que ibas a fumar crack subían.
Denis el Güimo fumó crack. Marcelo el Loco fumó crack. Edwin el Indio murió de
un falló renal y sin esmalte en los dientes de tanto fumar crack en una lata de
7-Up doblá por el medio para los tiempos de Tito Feka y Papo Moto en Valle
Tolima. Etc… ¿Por qué la gente cuando empieza a fumar crack la ropa se le pone
20 años más vieja de la noche a la mañana?
Después de ese día Denis El Güimo fue
un rebelde sin causa. Quería hacer lo malo tan solo por hacerlo. Fue mi amigo y
hermanito de crianza pero vi como su vida tomó un rumbo diferente a la mía, y
siempre digo que fue ese día que su papá su fue que la suya se empezó a joder
sin que nos diéramos cuenta al momento.
La moraleja de esta historia es que si dejas a tu familia por una dominicana que chinga bueno tus hijos van a
terminar prostituyéndose por vicio y fumando crack.