jueves, 8 de septiembre de 2022

Porque esto es cosa nuestra, de barrio




Dedicado a Parque del Río, Parque Las Haciendas, Valle Tolima e Idamaris Gardens.

 

Y a los rockeros de Parque del Monte también, que carajo.

 

 

 

El hip-hop nació como la cultura de las clases marginadas de la sociedad. El arte de los que no se les permitía tener arte. La voz de los sin voz. Nació en el Bronx creación de morenos y boricuas usando los “breakbeats” de los discos de funk que ponía un jamaiquino que se creía Hércules. 

 

Luego el hip-hop viajó al Caribe de la mano de Alex Disco Kid (que la PAZ sea con él). La persona que trajo la cultura hip-hop a Puerto Rico fue Alex Disco Kid en 1979 cuando salía bailando locking en la televisión local y la gente ni entendía que diablos era ese baile nuevo que hacía el nuyorican ese.

 

Ya en 1984 después de las películas Beat Street y Breakin’ la cultura hip-hop estaba establecida en Puerto Rico. En 1985 aparecen los primeros cassettes de rap underground y Rock Steady Crew viajó a Carolina y a Caguas para retar con los b-boys locales. Tengo el video que Crazy Legs le dice mordío a Ori el de Gautier cuando hizo los windmills en su cara, que Crazy Legs es un pendejo porque aunque él se inventó los windmills a Ori le salían mejor, so ¿de qué estamos hablando?

 


El graffiti llegó a Puerto Rico a mediados de los 80’s cuando BLEN 167 se mudó del Bronx a San Lorenzo mientras SKE en Carolina practicaba letras 3D en su libreta. Era la época dorada del rap en español. Cuando decían que era solo una moda pasajera y que se iba a ir. La gran explosión rapera de 1989. A la misma vez que escuchábamos rap de Nueva York escuchábamos reggae dance hall de Jamaica. Luego en 1990 llegaron los panameños cantando reggae en español. Los puertorriqueños le añadieron ese ritmo a su rap y de ahí sale el “underground” .

 

Todo esto era música de chamaquitos, nada de adultos. Los adultos estaban muy ocupados bailando salsa y merengue, trabajando en empleos que les daba para comprar casas y teniendo hijos fuera del matrimonio. Nosotros sabíamos que era algo de nosotros porque lo escuchábamos a escondidas de los adultos por las malas palabras. La primera vez que escuché “Viernes 13 parte II” de Vico C fue en el parking del centro comunal del residencial Turabo Heights en un quinceañero de una de las ahijadas de mi papá. Un reguero de niños con toda su concentración alrededor de un radio escuchando en un cassette las imágenes fílmicas de como Jason seguía matando gente en rima. Nadie bebía, nadie fumaba, nadie usaba drogas. La música lo era todo. Nuestra música.

 

Todo eso cambió.

 

En 1997 el rap se divorció del reggae. Ya en el 2000 le decían reggaetón al “underground”, los raperos dejaron de escuchar reggae, los sandungueros dejaron de escuchar rap. Movieron la música de Puerto Rico a Miami y se jodió to’. Sacaron a los arquitectos DJ Playero, DJ Negro y DJ Eric y sus respectivos corillos del panorama igual que mataron las orquestas de salsa a favor del solista. Los raperos dejaron de ser rudos para ser bonitillos. 

 

Nuestra música que empezó como música de barrios y caseríos para contar lo que pasa en los barrios y caseríos ahora la convirtieron en baladas con dembow a la fuerza. Ya ni le dicen reggaetón al reggaetón, los reggaetoneros puertorriqueños estaban muy empepaos y se dejaron robar el nombre de su arte para que los ejecutivos de Miami Sound Machine le llamaran “género urbano” (sendo disparate) y poder darle Grammys Latinos a Shakira y a Carlos Vives por hacer reggaetón.

 


Ahora todo es imagen, nada de sonido. Le quitaron el “spotlight” a los raperos que tenían razón y rima con algo que decir a favor del reggaetonero dale mami mueve ese culo porque el último puede pegar en las discotecas de Panamá. Lo peor es cuando gente de afuera de nuestra cultura quieren ser los más que saben.

 

Molusco y Alí Warrington (alias Budín el hijo de Bizcocho) no saben un carajo de rap porque sus mamás no los dejaban ir a los partys de “underground”. Molusco es un rockero sudao apestoso que ahora se quiere hacer el más rapero tan solo porque es de Carolina y cuando opina se nota que usaba camisas hawaianas en 1999 y que se hizo “rapero” ayer. Alí es un cocolo pero como es negro se cree que puede opinar de rap. Bah cabrón, vete a escuchar a Gilbertito y deja de hablar de lo que no sabes. 

 

Molusco y Alí no pueden opinar de la tiraera entre Residente y Cosculluela (la mierda de tiraera esa) porque ellos no fueron a las Batallas de los Gallos, ni a los Yo Momma de Rumba, ni a las retas de Café Seda, ni vivieron la mejor tiraera en la historia: The Noise vs La Industria.

 

Es como Residente que vive molesto con 2Pac porque sabe que es alguien de su época y que por mamabicho comemierda se lo perdió, y ahora le tira a 2Pac en sus canciones. Tirándole a un muerto. En los 90’s Cosculluela y Residente eran surfers roqueritos en español de urbanización cerrada, ahora quieren ser lo más raperos calle motherfucker. Hmmmmm…

 

DON’T BELIEVE THE HYPE

 

Esta cultura nació en nuestras calles pero ahora la quieren controlar desde una oficina de periqueros sin ritmo en Miami. Quieren que la generación del “keep it real” se la de a machos maquillaos en falda que no se les entiende un carajo de lo que dicen en tarima. Todo impuesto desde arriba. Todo artificial, nada orgánico.

 

DMC el de Run-DMC (que hace poco descubrió que era adoptado y dominicano) dijo que el estado del hip-hop (y cuando yo hablo de hip-hop incluyo al reggaetón ya que eso sale de ahí, decirle “género urbano” al reggaetón es un disparate, pero eso es tema para un libro) ahora mismo es como estaba la música disco en los 70’s. Todo artificial, todo bien feka bien “fake”, nada real. De ese mundo artificial nace el hip-hop, para contrarrestar lo falso y mejorar como personas y levantar nuestras comunidades que el Gobierno por diseño quiere joder. El rap era nuestra esperanza, por eso lo jodieron.

 


De niño veía los videos de Rubén DJ, Brewley MC, Public Enemy, Eric B & Rakim, y Big Daddy Kane y pensaba que eso era ser un hombre. Eran adultos jóvenes, fuertes, con estilo al vestir y al caminar, no eran malos pero mucho menos pendejos. No eran calle pero eran de la calle. Se daban a respetar con su actitud. Bailaban cabrón. El baile te da respeto sin tener que mover kilos. Esa era la mentalidad de antes. Retarnos en arte callejero. Baile, graffiti, dj y mc. Nuestra base y fundamento.

 

Para los chamaquitos es difícil entender que existe una generación que aprendió su moral y sus valores de los raperos que usaban medallones, “flat-top” y gabán. Esto fue antes del “gangsta rap” y del reggae. Pero seguimos aquí opinando y viendo la vida como nos enseñó nuestra cultura. La real, no la artificial feka “fake”. Seguimos desconfiando del cabrón Gobierno como nos enseñó el rap, dándole la mano al que nos respeta aunque existan diferencias ideológicas. Siempre analizando todo con la malicia callejera street style que solo se puede adquirir en esos años de formación si tenías la oreja bien puesta pa’ escuchar.

 

Siempre recordando que por más millones que hagan ahora, por más brillito y escarcha que pongan en sus videos, por más streams que tengan en Spotify, por más portadas de revistas y por más giras mundiales que tengan al año, esto por siempre será cosa nuestra, de barrio.

 

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